En sus diálogos, Platón
hace equivalencias entre lo que sucede en una familia normal y el gobierno de
una sociedad. Empieza planteando que los gobiernos se constituyen con los que
tienen propiedades o lo que Carlos Marx llamaría Capital.
Puede suceder que un
hombre educado en los valores del espíritu y del ejercicio, como los que
propone Platón, se comporte con estricto apego al servicio público, pero
entonces corre el riesgo de que su consorte se queje de que por esto descuide
su propia hacienda y su familia no cuente con los recursos y los honores
suficientes en esa forma de gobierno que Platón llama Timocracia.
Este gobernante bueno
puede tener hijos que resulten afectados porque su padre pierda lo que tiene y
aún contraiga deudas que lo hagan perder su fortuna. Este joven si llega a
gobernante podrá pensar que el único objetivo del poder es traducirlo en
fiestas y una vida superflua. Cuando esto ocurra el tipo de gobierno que se formará será una
oligarquía.
Entonces los ciudadanos
se agruparán en dos tipos de partido, el de los pobres y el de los ricos. Para
defender sus riquezas el soberano va a necesitar una guardia fuerte. No puede
formarla entre los ciudadanos de su propio estado porque corre el riesgo de que
envidien sus posesiones y ellos mismos se la quiten, así que frecuentemente
recurrirá a mercenarios contratados en otras latitudes.
La Oligarquía, dice
Platón, va a terminar cuando los pobres se organicen y pasen a cuchillo a los
ricos. Entonces el pueblo mandará y la gente podrá dedicarse al cultivo del
espíritu, cuyo ejemplo es la música y del cuerpo que son las actividades
gimnásticas. Entonces de acuerdo al filósofo los buenos gobernantes tendrían
que estar en buena forma.
Pero en la Democracia
la disciplina se relajará, cada quien se dedicaría a lo que le guste, lo que no
necesariamente es lo que más le sirve al Estado. Se va a necesitar gente que se dedique a la protección
de la ciudadanía.
Estos defensores de los
intereses de la sociedad son comparados por Platón con los adoradores de un
templo de Zeus que acostumbran darse festines rituales con carne humana, lo que
los convierte en hombres lobo. Ya sin conciencia de su papel, estos hombres
lobo pueden acabar por devorar a sus propios protegidos. En política esto sería
la Tiranía que se acaba por consumir
a la Democracia.
La concepción de Platón
parece coincidir plenamente con los hechos de nuestros días y tiene un sustento
notable con lo ocurrido con la presencia del primer ministro israelí Benjamin
Netanyahu en la Asamblea de Representantes de Estados Unidos a donde fue
invitado por los Republicanos a dar un discurso en el que exigió que no se haga
ninguna negociación de paz con Irán.
Israel teóricamente era
una de las democracias más perfectas del mundo, con muchos partidos políticos
en los que se incluían no solo la derecha y la izquierda, sino a distintas
razas e incluso concepciones religiosas.
Esa democracia era tan
perfecta que dio las facilidades para que grupos extremistas judíos asesinaran
al Primer Ministro Isaac Rabin, por las mismas razones que en otra supuesta
democracia que es la de Estados Unidos asesinaron a Martin Luther King, y John
F Kennedy por procurar la igualdad y
oponerse a la guerra, en el segundo caso con Cuba.
Como dice Platón,
Netanyahu se hizo pasar por un salvador de Israel e inculcó una paranoia en su
pueblo. La política moderna aconseja que si no tienes un enemigo lo inventes y
el Primer Ministro Israelí se inventó a Irán, aunque al mismo tiempo
extremistas islámicos decapitaban periodistas de origen judío o no, quemaban a cristianos
y jordanos y destruían vestigios históricos irrecuperables. Todo esto que se
llama en Estados Unidos un claro e inminente peligro fue soslayado por
Netanyahu, más preocupado por debilitar al Estado laico sirio que tiene
simpatía por Palestina.
Como los hombres lobo
de templo de Zeus, mientras Netanyahu distrae con el tema iraní y después de
que 2500 personas fueron asesinadas en la franja de Gaza, una ola de
antisemitismo ha provocado el asesinato de docenas de personas de origen judío
o no en países que se consideraban los más seguros y civilizados del mundo,
como Canadá y la Europa Escandinava.
A dos milenios y medio
de Platón su teoría política tiene plena vigencia. Muere la Democracia para dar
paso a la Tiranía. Tampoco el factor económico que planteaba el filósofo griego
en la Timocracia está exento de este ejemplo. Se estima que no llega a 30 el
número de familias de las que depende la economía de Israel.
No hay mucho en que
estas familias puedan gastar en ese país del medio oriente. La frivolidad es
parte de esa Timocracia y el discurso de muchas mujeres judías, cansadas de que
sus maridos no tengan los honores y riquezas que esas mujeres considera que
merecen es casi idéntico al que propone Platón.
Si Estados Unidos deja
de depender de Israel como su aliado en Medio Oriente porque hay paz con Irán,
entonces Israel deja de recibir miles de millones de dólares que le mandan
desde Norteamérica. Gana la paz, pero pierden los tiranos que se sostienen
gracias a la guerra.
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