Por Michel Warschawski
pasada, y en particular la ciudad de Haifa, iba a dar la ocasión para
que Primer Ministro Netanyahu se superara a sí mismo. Se presentó en
el telediario de las 20h para dirigirse a la nación: con un rictus de
hiena y la boca a punto de rebosar de espuma, o casi. Es algo sabido:
Netanyahu se deleita con las tragedias y las situaciones de crisis,
aunque no sea muy eficaz a la hora de gestionarlas. Aún se recuerda el
incendio del monte Carmelo en 2010 cuya gestión fue un fiasco
monumental, que incluso provocó algunos muertos, lo que, felizmente,
no ha sido el caso esta vez.
Si algunas de las recomendaciones hechas tras el incendio precedente
han sido puestas en práctica, el control del fuego ha requerido varios
días, y decenas de casas han sido destruidas.
También era algo seguro: Netanyahu hablaría de terrorismo. Es su
obsesión, es la palabra presente en todos sus discursos, cualquiera
que sea el acontecimiento. Antes incluso de expresar su compasión por
las víctimas, apuntaba con el dedo diciendo que es un incendio
terrorista, denunciando a los autores y a quienes incitan a hacer este
tipo de actos, es decir a … Mahmud Abbas (sic). Bajo la presión de sus
consejeros, ha tenido que dar las gracias, no obstante, al presidente
palestino que se había apresurado a enviar bomberos palestinos para
ayudar a sus colegas israelíes.
Pero lo que Netanyahu no podía seguir repitiendo mucho tiempo ha sido
inmediatamente repetido por los miembros de su partido para quienes
“son los árabes, todos los árabes, los responsables” (Anat Berko,
diputada del Likud, en la primera cadena de la TV israelí).
La solidaridad internacional estaba a la altura: Chipre, Grecia, Rusia
y muchos otros países han enviado rápidamente equipos y aviones para
apagar el fuego. Y ahí también Netanyahu estaba incómodo: ¿dónde
estaban nuestros grandes aliados, los americanos? Han sido precisos
tres días para que el célebre super-tanker made in USA llegara, cuando
ya estaba hecho lo esencial del trabajo por los bomberos locales y de
los demás países.
Volvamos a la cuestión de la responsabilidad. Toda la gente que vive
en las riberas del Mediterráneo lo sabe: los incendios forman parte
del entorno Mediterráneo, sobre todo cuando no ha llovido desde hace
un año y sopla un viento del este muy fuerte. No hay necesidad de
árabes para provocar el incendio. Sabemos también, por otra parte, que
hay pirómanos en todas partes que, sobre todo cuando hay incendios,
provocan fuego donde pueden. Entre esos pirómanos están los
pirómanos-nacionalistas que aprovechan la ocasión para llevar a cabo
su intifada personal. Todo esto es del orden de lo natural: un
incendio accidental reforzado por condiciones de clima excepcionales
que en un determinado momento ha inspirado también a pirómanos.
Pero Netanyahu está atrapado en su obsesión del terrorismo, y recorre
todas las cadenas de TV para hacer de esta catástrofe una maquinación
palestina. Sin hacer juegos de palabras, se trata también de un
cortafuegos, para desviar la atención de lo que, desde hace algunas
semanas amenaza a Netanyahu: un gigantesco asunto de corrupción en la
compra de submarinos alemanes en el que están mezclados, si no lo está
el propio Netanyahu, en todo caso gente que le es muy cercana. El
asunto de los submarinos podría marcar el comienzo del fin de
Netanyahu como jefe de gobierno.
A propósito de los submarinos, no puedo dejar de citar una observación
de mi compañera, Lea, que me señalaba que con el precio de uno solo de
esos submarinos, Israel podría dotarse de al menos tres super-tankers
para luchar contra los incendios que cada año destruyen decenas de
casas y centenares de hectáreas de bosques…
Publicado en Sine Mensuel,
Diciembre 2016
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
tomado de Viento Sur:
http://vientosur.info/spip.php?article11991
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