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domingo, 23 de julio de 2017

Gaza: El infierno de la vida cotidiana tras diez años de bloqueo



El infierno de la vida cotidiana tras diez años de bloqueo


por Julien Salingue

El pasado 11 de julio, las Naciones Unidas publicaban un informetitulado “Gaza, 10 años después”, consagrado a la situación económica, social y humanitaria en el enclave palestino sujeto al bloqueo israelí. Una constatación y cifras abrumadoras.

“La idea es poner a los palestinos a dieta, pero no hacerles morir de hambre”, explicaba en 2006 Dov Weisglass, entonces consejero del Primer Ministro israelí Ariel Sharon. Hamas acababa de ganar las elecciones legislativas y el gobierno israelí había decidido tomar medidas de represalia contra la población palestina, entre otras estrechar el cerco alrededor de una Franja de Gaza ya aislada. Un año más tarde, era oficialmente decretado el bloqueo de Gaza, con el
cierre de los puntos de paso y restricciones draconianas sobre las exportaciones y las importaciones.

Una economía devastada


La Franja de Gaza, pequeña banda costera (365 km2) sobrepoblada cuya población en su gran mayoría está compuesta de personas refugiadas, es desde hace decenios una zona particularmente pobre y no viable económicamente. La economía gazatí es no solo dependiente de la posibilidad de exportar sus producciones y de importar todo lo que no puede ser fabricado allí, sino también de las autorizaciones concedidas a las personas trabajadoras de Gaza para ir a Israel a ejercer allí una actividad. En 1987, eran 80 000 trabajadores y trabajadoras quienes atravesaban diariamente el punto de paso de Eretz, una cifra que no ha dejado de bajar desde entonces, para alcanzar el cero.

El control sobre las importaciones y las exportaciones no comenzó en 2007, pero tomó un curso particulármente dramático desde la puesta en pie de forma oficial del bloqueo, puesto que las únicas terminales por las que pueden transitar las mercancías se encuentran bajo control israelí. Debido a las restricciones impuestas por la potencia ocupante, la actividad económica no ha dejado de caer. Las cifras de la ONU ilustran este ahogo: el PIB por habitante está evaluado en 1 038 $ (contra alrededor de 5 000 $ en Cisjordania y 38 000 $ en Israel), y la tasa oficial de paro alcanza ya el 42% (60% entre la juventud y el 64% entre las mujeres).

Supervivencia cotidiana


Las restricciones sobre las importaciones, en particular sobre los materiales de construcción, tienen igualmente consecuencias sobre las infraestructuras de la Franja de Gaza, a fortiori, en la medida en que esta última sufre regularmente bombardeos devastadores del ejército israelí. Así, de los 274 guarderías destruidas o dañadas en la ofensiva de 2014, 181 necesitan aún ser puestas en estado de ser utilizadas. Las infraestructuras hospitalarias no permiten atender a una población que crece rápidamente: desde 2010, el número de camas de hospital ha pasado de 1,8 a 1,58 por 1 000 habitantes, el número de médicos de 1,68 a 1,42 y la tasa de supervivencia a los cánceres de pecho ha pasado del 59% al 46%.

Más llamativo quizás, las cifras relativas al acceso al agua y a la electricidad muestran de otra forma la transformación de la vida (supervivencia) cotidiana de los y las gazatíes. El acceso a la electricidad está limitado a alrededor de tres o cuatro horas por día (a horas variables), lo que paraliza no solo la actividad económica, sino también numerosas actividades sociales e impide el uso, entre otras cosas, de refrigeradores, congeladores, climatizadores, ascensores, etc. Cuando más del 98% de la población gozaba de un acceso diario al agua potable en 2000, esta cifra ha caído a menos del 10% hoy, y la ONU estima que a finales de año no habrá ya agua potable
en las reservas naturales de Gaza que quedará entonces totalmente dependiente de las importaciones.


Poner fin al bloqueo


En la Franja de Gaza, son así más de dos millones de personas, el 43% de ellas menores de 15 años, las que intentan sobrevivir en un verdadero infierno. Las tímidas reacciones al informe de la ONU y, peor aún, los comentarios según los cuales las responsabilidades de la tragedia actual en Gaza estarían repartidas entre Israel, Hamas y la Autoridad Palestina, muestran la necesidad de recordar una verdad
sencilla: nada puede justificar el bloqueo ilegal e inhumano impuesto por Israel, con la complicidad de Egipto, a los y las gazatíes.

Las rivalidades de poder entre Hamas y la Autoridad Palestina, sus prácticas autoritarias, la corrupción de sectores enteros de la dirección del movimiento nacional pueden y deben ser criticadas, pero no son en ningún caso argumentos para legitimar la negación de derechos de la que es víctima, colectivamente, el pueblo palestino, en Gaza y otras partes. Una evidencia que no dejaremos de repetir, junto a todas las personas que se niegan a abdicar de su solidaridad con un pueblo víctima de una injusticia histórica que dura demasiado.

original:
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

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