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lunes, 30 de marzo de 2015

En Israel funcionaron el chantaje y la paranoia pero aumentará su aislamiento internacional

ISRAELDespués de las elecciones, un primer balanceMICHEL WARSCHAWSKI


Diez días antes del escrutinio, los sondeos y los periodistas 
enterraban a Benjamin Netanyahu y consagraban ya al jefe de los 
laboristas, Yitzhak Herzog, como nuevo primer ministro. El propio 
Netanyahu parecía triste y se negaba a hablar en público. Pero en esos momentos “el mago” se recuperó y decidió hacer todo lo posible para no dejar el país en manos de “los izquierdistas y de los árabes”.

La estrategia del miedo


Netanyahu sacaba entonces de su bolsillo la que ha sido siempre su arma favorita: manipular el miedo. Miedo a los árabes, miedo a Irán y la amenaza nuclear, miedo a los romanos, a los cruzados y a los nazis, miedo al mundo entero y a su eterno antisemitismo. “O yo o la shoah” dice en sustancia el jefe del Likud para galvanizar a sus tropas. Y en Israel el miedo paga. Juega el todo por el todo, y el día del escrutinio no teme llamar a la gente a ir a votar por el Likud pues, dice, “sabe de fuente segura que los árabes se movilizan en masa para hacer ganar a la izquierda que está dispuesta a renunciar a Jerusalén”.

Los últimos días de la campaña, Netanyahu no ha dudado en sacrificar a sus aliados más cercanos llamando a quienes apoyaban a los partidos La Casa Judía e Israel es nuestra Casa a votar por él pues solo el Likud podía impedir a la izquierda y a los árabes destruir Israel. 

Robándoles sus electores para que votaran contrariamente a todas las predicciones, prometió que sabría ser generoso con ellos si se 
convertía en el próximo primer ministro.

La estrategia del miedo ha triunfado incluso más allá de lo que 
esperaba el jefe del Likud, que pasa de 18 electos a 30 y el conjunto de la derecha que obtiene la mayoría absoluta: 67 electos de los 120 con que cuenta el Parlamento israelí. A los laboristas no les ha ido demasiado mal y, con la izquierda sionista del Meretz, obtienen 29 diputados. La mayoría absoluta obtenida por la derecha nos hace evitar lo peor: un gobierno de unión nacional. Un poco a su pesar, los laboristas estarán en la oposición… por un cierto tiempo en cualquier caso.

A la cabeza de un gobierno 100% a la derecha, Netanyahu va a poder proseguir y acentuar su política de colonización, su negativa a negociar (“Un gobierno del Likud no devolverá un centímetro de 
territorio” anunció dos días antes de las votaciones), así como la 
aprobación de nuevas leyes liberticidas. Veinticuatro horas después de la aplastante victoria de la derecha, un antiguo y futuro ministro del Likud anunciaba que por fin el gobierno iba a poder arreglar cuentas con el Tribunal Supremo (demasiado liberal), los medios (izquierdistas, evidentemente) y… los “infiltrados”, es decir los trabajadores inmigrantes y los refugiados de Eritrea y Sudán.

El aislamiento internacional


Dos factores van a borrar rápidamente la sonrisa que desde hace 
algunos días parece impresa en la cara de Netanyahu. El primero es de orden doméstico: en el seno del gobierno se confrontan dos programas socioeconómicos opuestos: el neoliberalismo extremo de Netanyahu y de una parte de los electos del Likud frente a las promesas sociales de Moshe Kahlon, que a lo largo de toda la campaña, ha prometido abordar en serio los problemas sociales -en particular lo ligados a la vivienda- que se agravan con la crisis económica que se perfila.

El segundo problema es de orden más estratégico y afecta al 
aislamiento creciente del Estado judío en la escena internacional. Las cancillerías europeas y la Casa Blanca habían apostado por la caída de Netanyahu, cuya intransigencia política dificultaba sus objetivos en la región. Justo antes de las elecciones, este último no había dudado en atacar a Barak Obama y su política iraní incluso ante el Congreso norteamericano, y durante la campaña electoral había llegado a anunciar solemnemente su retirada del compromiso, sostenido hace algunos años por la administración estadounidense, de trabajar por la “solución de dos estados” (el discurso de Bar Ilan).

No hay duda alguna de que con un gobierno enteramente orientado a la derecha, el foso con la comunidad internacional va a profundizarse: la Casa Blanca acaba por otra parte de anunciar que con la victoria de la derecha y la declaración según la cual el discurso de Bar Ilan se ha vuelto caduco, va a reevaluar su política no solo sobre el citado proceso de paz, sino también sobre el escudo diplomático del que goza el Estado de Israel, que incluye la utilización sistemática del veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. El futuro nos dirá si estas declaraciones son seguidas de efectos.

Concluyamos con una nota optimista. La Lista [árabe] Unificada ha 
logrado un muy buen resultado y estará representada en la Knesset con 13 diputados. Si se mantiene la unidad, y es lo que espera la población palestina de Israel, esta fuerza parlamentaria podría poner en marcha una movilización popular tanto más indispensable en la medida que los ataques contra los derechos de la minoría árabe no se harán esperar. Aiman Odeh, que presidirá el grupo en el Parlamento, ha anunciado una gran movilización por los derechos y la democracia con ocasión del cincuenta aniversario del discurso de Martin Luther King contra la segregación y por la igualdad. Una vez más, cuando la población judía parece unida detrás de la derecha, serán los palestinos de Israel quienes les harán el papel de aguafiestas.


26/03/2015

Publicado en la revista italiana Jura Gentium

http://www.npa2009.org/actualite/israel-apres-les-elections-un-premier-bilan

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